28 de mayo de 2021
Cada 28 de mayo celebramos el Día Nacional de la Nutrición, una iniciativa de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD).
Este año, por motivo de la pandemia provocado por la COVID 19, hay aspectos que merecen la pena resaltar y son aquellos que tienen que ver con la estrecha relación entre alimentación, nutrición e inmunidad; que ha tenido impacto en la evolución de la infección por SARS-Cov-2, imponiendo una tensión mayúscula a los sistemas de salud a nivel mundial.
Los alimentos constituyen un nexo de unión fundamental entre la salud humana y la preservación inteligente de nuestro planeta. La búsqueda y el estudio de dietas saludables y la producción sostenible de alimentos deben ir de la mano para evitar enfermedades crónicas prevenibles y la malnutrición.
La nutrición, y por tanto la alimentación, forman parte del escenario y de muchas de las facetas de la vida de un individuo y la sociedad en que está inmerso: la economía, la cultura, la política, la geografía y no sólo la salud o la enfermedad.
La mayoría de los estudios concluyen que una dieta rica en alimentos de origen vegetal y con menos alimentos de origen animal confiere beneficios tanto para la salud como para el medio ambiente. Aunque no hay consenso mundial sobre lo que constituye una dieta saludable, la ingesta diaria de frutas y verduras sí forma parte de los objetivos científicos seguros de lo que se ha dado en llamar ?Dieta de Salud Planetaria?. Este concepto esgrimido el 2015 define aquel patrón dietético que persigue la salud de la civilización humana y el estado de los sistemas naturales de los que pende y depende.
La mitad del volumen del plato de salud planetaria está conformada por frutas y verduras. La otra mitad contendría sobretodo granos enteros y fuentes de proteínas vegetales (legumbres, frutos secos y semillas), aceites vegetales saludables (insaturados) y cantidades modestas de proteína animal (carne, pescado, huevos y lácteos).
Las dietas saludables adecuan el contenido energético a cada individuo en cada etapa de la vida y sus circunstancias particulares. Consisten principalmente en una variedad de alimentos de origen vegetal, contienen mayormente grasas insaturadas, son bajas en proteína animal y limitan los granos refinados, los productos altamente procesados, los azúcares añadidos y la sal.
Obviamente, la dieta de salud planetaria adopta patrones de alimentación distintos que reinterpretan la selección de las variedades de cada grupo de alimentos, tanto para el cultivo como para su posterior elaboración, floreciendo así un diverso jardín de culturas gastronómicas en función de la geografía y la demografía de cada Región, pero también de forma tribal y familiar.
La propuesta de salud para este Día Nacional de la Nutrición es precisamente argumentar la frecuencia y la presencia en cada mesa y en cada plato de los alimentos de origen vegetal para dejar menos ?espacio? al consumo de pescado, carne, huevos y lácteos (y acercarnos al Plato de Salud planetaria).
Lógicamente en algunos territorios, el papel de los alimentos de origen animal debe considerarse en cada contexto local y regional para esquivar la falta de algunos nutrientes y no perder el sello que imprimen las características de nuestra emblemática geografía. La Dieta mediterránea hace mayor hincapié, si cabe, sobre la elección de productos de proximidad y de la estación, centra el protagonismo en los productos de la huerta y su adquisición en mercados locales y destaca los beneficios de comer en ?familia?, o bien acompañados, reservando para ello espacios amenos y un tiempo suficiente. Mantenerse activo y beber agua gozan de buen consenso.
Por su parte, la producción sostenible de alimentos persigue disminuir el riesgo de cambios irreversibles y potencialmente nefastos para el planeta: el temible cambio climático y la pérdida de diversidad (y presta más atención al sistema de tierras, uso de agua dulce, ciclo del nitrógeno y del fósforo).
Es un enorme desafío lograr un sistema alimentario sostenible que sustente dietas saludables para una población creciente. Sí se consideran retos realistas:
1) La adopción familiar de cambios encaminados a trazar dietas más saludables. Ejemplos: disminuir consumo de carne, incrementar presencia de vegetales en el plato y en la mesa.
2) Mejorar la producción de alimentos., de una forma sostenible.
3) Reducir los desechos de los alimentos, y hacer uso después del reciclaje y la formación de ?compost o basura orgánica? con los desperdicios.
La producción de alimentos amenaza la estabilidad climática y el equilibrio de los ecosistemas. Aunque ninguna intervención individual es suficiente para conseguir los objetivos a nivel global, algunas acciones, cambios individuales como los propuestos sí son suficientes para mantenerse dentro de límites específicos y desde luego para variar el rumbo de la salud planetaria.
A nivel global, la adopción de dietas y/o estilos de vida más saludables a partir de sistemas alimentarios sostenibles salvaguardaría el medio ambiente y mejoraría la salud de las personas.
La forma de producir, consumir o desperdiciar alimentos influye poderosamente en la salud tanto de las personas como del planeta.
Autores: Susana Domínguez Rovira, Ana Cristina Serrano Moreno y Anny Romero Secin.
Grupo de trabajo de Nutrición. SEMERGEN.