14 de noviembre de 2019
La diabetes tipo 2 se ha convertido en una amenaza global para los sistemas nacionales de salud1. En España, uno de cada siete adultos sufre diabetes2 y se prevé que la población con diabetes mellitus aumente más de un 20% en los próximos treinta años3. Este marcado incremento en la prevalencia de diabetes obedece tanto a factores socio-epidemiológicos (la pandemia de obesidad, relacionada con la generalización de estilos de vida no saludables) como a factores demográficos (el progresivo envejecimiento de la población)4.
El impacto sanitario de la diabetes es enorme. Los pacientes con diabetes tipo 2 tienen una pérdida de expectativa de vida de hasta 15 años, principalmente debido a su mayor riesgo cardiovascular5. Además, la diabetes es la principal causa de ceguera en edad laboral, de amputaciones no traumáticas, de insuficiencia renal y de necesidad de diálisis y trasplante renal en nuestro medio3. Actualmente, los costes relacionados con la diabetes representan hasta el 12% del gasto sanitario global6, siendo las complicaciones médicas de la diabetes las responsables de hasta el 70% de los costes directos asociados a la atención de esta enfermedad7.
En la última década, hemos asistido a un profundo cambio en el paradigma del tratamiento de la diabetes tipo 2. Por un lado, hemos asumido la necesidad de establecer objetivos individualizados de control glucémico y de intentar minimizar los efectos adversos de la medicación antidiabética, especialmente las hipoglucemias8. Más recientemente, se ha evidenciado la importancia de personalizar el abordaje farmacológico de la diabetes tipo 2 en función de las características del paciente, de manera que la presencia de enfermedad cardiovascular, de insuficiencia renal o cardiaca, de riesgo de hipoglucemia, de obesidad o de fragilidad, resultan determinantes no sólo para fijar los objetivos de control, sino también para la selección de la terapia hipoglucemiante9. En este cambio de enfoque, ha sido clave la aparición de nuevos fármacos antidiabéticos que, por vez primera, han demostrado disminuir la mortalidad y la morbilidad cardiovascular y renal de los pacientes con diabetes tipo 2, con independencia del grado de control glucémico10-12.
Como todo desafío, la diabetes tipo 2 también ofrece una oportunidad de mejora e innovación. En primer lugar, un reto de esta magnitud sólo puede afrontarse desde una perspectiva preventiva mediante la implementación de políticas de salud pública orientadas a prevenir la obesidad y el sedentarismo, promoviendo modos de vida activos y hábitos dietéticos saludables en la sociedad, con especial énfasis en la población infantojuvenil y en la prevención de la obesidad. Por otro lado, el sistema sanitario debe reorientarse hacia un modelo integrado de atención a la cronicidad, centrado en las necesidades del paciente. Finalmente, el sistema debe asegurar el acceso equitativo de las personas con diabetes a las innovaciones tecnológicas y terapéuticas que aporten beneficios para su salud. Ello requiere un gran pacto que implique a todos los agentes interesados en la lucha contra la diabetes: administración sanitaria, profesionales de la salud, asociaciones de pacientes, agentes sociales, y compañías farmacéuticas y biotecnológicas. Como sociedades científicas implicadas en la atención a los pacientes con diabetes, hacemos un firme llamamiento para establecer esta alianza, en beneficio de los pacientes y de la propia sostenibilidad de nuestro sistema sanitario.
Referencias
1. Zimmet PZ Magliano DJ Herman WH Shaw JE. Diabetes: a 21st century challenge. Lancet Diabetes Endocrinol. 2014;2:56-64.
2. Soriguer F, Goday A, Bosch-Comas A, Bordiú E, Calle-Pascual A, Carmena R, et al. Prevalence of diabetes mellitus and impaired glucose regulation in Spain: the Di@bet.es Study. Diabetologia. 2012;55:88-93.
3. IDF Diabetes Atlas Eight Edition. International Diabetes Federation 2017.
4. The Lancet. The diabetes pandemic. Lancet. 2011;378:99.
5. The Emerging Risk Factors Collaboration. Association of cardiometabolic multimorbidity with mortality. JAMA. 2015;314:52-60.
6. Zhang P, Zhang X, Brown J, Vistisen D, Sicree R, Shaw J, et al. Global healthcare expenditure on diabetes for 2010 and 2030. Diabetes Res Clin Pract. 2010;87:293-301. Erratum in: Diabetes Res Clin Pract. 2011;92:301.
7. Martin S, Schramm W, Schneider B, Neeser K, Weber C, Lodwig V, et al. Epidemiology of complications and total treatment costs from diagnosis of Type 2 diabetes in Germany (ROSSO 4). Exp Clin Endocrinol Diabetes. 2007;115:495-501.
8. Inzucchi SE, Bergenstal RM, Buse JB, Diamant M, Ferrannini E, Nauck M,et al. Management of hyperglycemia in type 2 diabetes, 2015: a patient-centered approach: update to a position statement of the American Diabetes Association and the European Association for the Study of Diabetes. Diabetes Care 2015;38:140-149.
9. Davies MJ, D'Alessio DA, Fradkin J, Kernan WN, Mathieu C, Mingrone G, et al.
10. Management of hyperglycemia in type 2 diabetes, 2018. A consensus report by the American Diabetes Association (ADA) and the European Association for the Study of Diabetes (EASD). Diabetes Care. 2018;41:2669-2701.
11. Zelniker TA, Wiviott SD, Raz I, Im K, Goodrich EL, Bonaca MP, et al. SGLT2 inhibitors for primary and secondary prevention of cardiovascular and renal outcomes in type 2 diabetes: a systematic review and meta-analysis of cardiovascular outcome trials. Lancet. 2019;393:31-39.
12. Bethel MA, Patel RA, Merrill P, Lokhnygina Y, Buse JB, Mentz RJ, et al. Cardiovascular outcomes with glucagon-like peptide-1 receptor agonists in patients with type 2 diabetes: a meta-analysis. Lancet Diabetes Endocrinol. 2018;6:105-113.