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Por una dieta saludable

27 de mayo de 2019

Actualidad Médica
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El 28 de mayo se celebra el Día Nacional de la Nutrición. En esta jornada, es probable que, quizá, nos paremos a pensar un poco más, en la importancia de seguir una dieta saludable para nuestra salud. Sin embargo, esto no tiene mucho sentido si en un tiempo, más o menos corto, nos olvidamos y volvemos a los hábitos poco sanos de alimentación. Debemos ser regulares y constantes.

Ningún alimento contiene todos los macro y micronutrientes necesarios para el organismo, por eso deben consumirse todos los grupos alimentarios. La variedad de nuestra alimentación, su equilibrio y moderación, para no provocar excesos o carencias de nutrientes, es el modelo más recomendado de dieta que se debe seguir. "Los seres humanos precisan de una alimentación variada y equilibrada, para que nuestro organismo funcione de manera correcta", asegura el Dr. José Manuel Fernández, Coordinador Nacional del Grupo de Trabajo de Nutrición de SEMERGEN.

 

Una alimentación variada supone comer todo tipo de alimentos incluyendo, carne, pescado, huevos, legumbres, frutas y verduras. "Hay otro tipo de alimentos, en las distintas pirámides de la alimentación, en los que existe más o menos controversia, como sucede con el alcohol, las carnes procesadas, los productos con azúcares o productos refinados, entre otros", afirma el Dr. Fernández.

 

Como se ha demostrado con la dieta Mediterránea, lo importante es la conducta y el patrón de consumo de alimentos, más allá del propio consumo en sí de unos u otros. "De hecho, no comemos grasas, proteínas o hidratos de carbono, sino alimentos cuya composición interacciona entre sí y 'corrige' o modifica la carga genética de cada uno de nosotros". Este es el motivo que puede explicar porqué unas personas comen la misma comida que otros y practican la misma actividad física, pero unos están obesos y otros no. "Es una manera simple de ver las cosas, por eso cada día aparecen nuevos estudios analizando aspectos como la flora bacteriana de nuestro intestino, en relación con la obesidad, la diabetes tipo 2, el riesgo cardiovascular, entre otros". 

 

Asimismo, la dieta debe ser equilibrada, lo que significa aportar unas raciones que se ajusten a las necesidades y gasto energético de cada persona. "No es lo mismo comer la misma cantidad de alimentos en una persona que hace un esfuerzo físico mantenido y constante pero elevado, que en otra en la que el sedentarismo es su condición de vida (subir por ascensor, desplazarse siempre en vehículos, ver la televisión largas horas o trabajar en el ordenador todos los días, no hacer ejercicio físico acorde a su vida diaria,...)", concluye el coordinador del Grupo de Trabajo de Nutrición de SEMERGEN.

 

Aunque los nutrientes de los alimentos son necesarios en el metabolismo de nuestro organismo, en exceso pueden tener sus complicaciones. A modo de repaso conviene saber que:

 

       - Los hidratos de carbono aportan energía, por lo que son necesarios para poder realizar la actividad física habitual. En las personas con diabetes tipo 2, son importantes los de la cadena larga para poder evitar subidas glucémicas que deterioren la capa interna o endotelio de los vasos sanguíneos. Estos principios inmediatos se encuentran en los cereales con los que se elabora el pan o la pasta, las legumbres, los tubérculos, las frutas, verduras y el azúcar, entre otro tipo de alimentos.

 

       - Las proteínas son necesarias para conformar las estructuras de los tejidos, los huesos, los músculos y para que el sistema inmunitario que nos defiende de infecciones, actúe de manera adecuada. Se encuentra principalmente en alimentos de origen animal como carne, pescado y huevos, pero podemos encontrarlos, también, en verduras, frutos secos y legumbres.

 

       - Las grasas también proporcionan energía, pero suelen acumularse en el cuerpo si no es adecuadamente gastada por la actividad física cotidiana. Además, algunos tipos de grasas tienen tendencia a almacenarse en el interior de las arterias y pueden causar multitud de problemas cardiovasculares, los cuales son la principal causa de mortalidad en nuestro país (infartos de miocardio, accidentes vasculares o cerebrales, ...). Las grasas saturadas aumentan el nivel del colesterol LDL, que de manera habitual se conoce como "malo", y suelen estar presentes en alimentos de origen animal y en la bollería industrial. Las grasas monoinsaturadas incrementan el nivel del colesterol "bueno" o HDL, y abundan en el aceite de oliva y en los frutos secos.

 

       - Las vitaminas y los minerales son necesarios para todas las funciones metabólicas del organismo, y suelen encontrarse repartidas en casi todos los grupos de alimentos en pequeñas cantidades, si bien abundan en frutas, verduras, hortalizas, legumbres, carnes y pescados.

 

Una alimentación saludable debe contener la cantidad necesaria de todos los nutrientes, como para cubrir las necesidades energéticas del organismo (hidratos de carbono y grasas). No debería haber carencias de grupos alimentarios, salvo que exista intolerancia o alergias (como sucede con lácteos, huevos o ciertas frutas). La cantidad de cada uno de ellos debe aportar una estimación de energía aproximado del 55 % en hidratos de carbono, un 30-35 % de grasas y un 15-20 % de proteínas.

 

Los estudios científicos demuestran los beneficios que la dieta Mediterránea aporta para la salud cardiovascular. Se trata de una dieta con un mayor consumo de frutas, verduras y hortalizas, pescado sobre carne, frutos secos, cereales y aceite de oliva, con un consumo moderado y regular de alcohol. Todos los beneficios aportados se consiguen manteniendo una actividad física adecuada y regular. Es necesario recordar que la actividad física regular es un complemento necesario y valiosísimo para que la nutrición saludable lo sea al máximo nivel.